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Consultor, investigador en temas de Descentralización Fiscal y Desarrollo Económico Local. Investigador Asociado del Instituto de Desarrollo Económico y Empresarial INDEE.

jueves, 10 de junio de 2010

El futuro de las ciudades intermedias (ventajas y oportunidades)

Eduardo López Moreno

Una tendencia actual clara es que el crecimiento urbano se reduce en casi todos los rincones del mundo. Los signos de descenso empezaron a mediados de los 90, cuando la tasa media anual de cambio poblacional pasó de 3,17 por ciento a 2,93 por ciento a finales del año 2000 en promedio para las regiones menos desarrolladas. Se estima que para el horizonte 2030 el ritmo de crecimiento se habrá reducido considerablemente hasta llegar a 1,88 por ciento (UNPD, 2007). Por supuesto el ritmo y los niveles de descenso serán muy asimétricos en las diferentes regiones: 2,8 por ciento en África, 1,76 por ciento en Asia y 1 por ciento en América Latina en el año 2030.

Las ciudades medias no son ajenas a estas tendencias y con toda certeza sufrirán también descensos similares, como los análisis de trayectorias lo demuestran. De acuerdo con extrapolaciones simples, ciudades de este tamaño en los países en desarrollo pasarán de una tasa de crecimiento anual de 2,7 por ciento en el año 2000 a 1,5 por ciento en 2030.

África seguirá manteniendo el ritmo más rápido de crecimiento mundial de ciudades intermedias con una tasa cercana al 2,52 por ciento; para ese entonces el continente será más urbano que rural, habiendo alcanzado su transición urbana precisamente en el año 2030. Las ciudades de tamaño medio de Asia crecerán para ese entonces a sólo 1,5 por ciento y el continente será mayoritariamente urbano en 2025. América Latina y el Caribe es la región más urbanizada del sur global con un 80 por ciento de la población total viviendo en centros urbanos; se estima que las ciudades medias crecerán a un ritmo anual de 0,5 por ciento en el 2030, cuando la región sea un 85 por ciento urbana.

A pesar de que las ciudades medias seguirán creciendo más rápido que otro tipo de ciudades en el mundo en desarrollo es interesante constatar que la proporción de habitantes viviendo en ciudades de menos de un millón de habitantes se irá gradualmente reduciendo de 68 por ciento en 1975 a 62 por ciento en el año 2007 y cerca de 60 por ciento en 2025. Estos cambios se deben a dos fenómenos interconectados. El primero es que algunas ciudades en el sur global, particularmente las de talla media, han empezado a perder población y es muy probable que esta tendencia se haga cada vez más dominante en los próximos veinte años. El segundo es que varias ciudades intermedias crecen rápido y se convierten en mega y meta-ciudades en una tendencia pausada pero progresiva que llevará la proporción de habitantes en el mundo en desarrollo viviendo en las grandes ciudades pasar de 8,3 por ciento en el año 2007 a 9,6 por ciento en el año 2025 para las megápolis de más de diez millones de habitantes y 6,9 por ciento a 7,5 por ciento para las megaciudades de más de cinco millones de habitantes en los mismos años.

Los cambios del futuro en el tamaño y funcionalidad de las ciudades serán cada vez más dictados por el crecimiento urbano, pero también por la contracción de las ciudades. Estos procesos aparentemente diferentes son en realidad las dos caras de la misma moneda (Martínez Fernández & Wu, 2007). Las ciudades experimentan al mismo tiempo auge y disminución (y en ocasiones hasta decadencia) como parte de ciclos urbanos que es necesario entender para poder responder a ellos. El Informe Mundial de las Ciudades 2008 pone de relieve que mientras un poco más de la mitad de los centros urbanos del sur global crecieron a un ritmo rápido (UN-HABITAT, 2008a), aproximadamente el 10 por ciento experimentó la pérdida de población. Tal vez esta proporción para algunos sea más bien insignificante, pero creemos que ella es el preludio de una nueva tendencia urbana, la cual, si continúa, como es muy probable, marcará una discontinuidad mayor no sólo en el crecimiento demográfico y el desarrollo urbano, sino también en el ejercicio de la planeación que en el futuro deberá contemplar y responder al crecimiento acelerado de algunos centros, al mismo tiempo que deberá anticipar y prever el declive poblacional de otros.

Es muy probable que en el futuro ciertos cambios en el uso de recursos y tecnología puedan alterar la definición del tamaño óptimo y la funcionalidad más adecuada para las ciudades medias. En los próximos veinte años las ciudades intermedias más eficaces jugarán un papel crítico en la descentralización de los servicios públicos, en la provisión de una variedad de bienes de consumo familiar y en la creación de pequeñas y medianas empresas intensivas en mano de obra que generarán empleos y contribuirán de esa manera a reducir los problemas relacionados con la fuerte concentración de la población en las grandes aglomeraciones urbanas.

Sin embargo, el futuro de las ciudades intermedias tiene mucho que ver con el estadio de desarrollo de los países y regiones, la diversificación del sistema urbano, el nivel de descentralización y desconcentración de los estados, el crecimiento poblacional de los diferentes centros urbanos y el dinamismo económico de algunas regiones y ciudades.

En América Latina y el Caribe las ciudades intermedias concentrarán una proporción significativa y creciente de la población por lo que serán claves para el futuro urbano y el desarrollo de la región (Rodríguez, 2007). Un escenario de desarrollo muy plausible es que ciudades de este tamaño seguirán contribuyendo a diversificar el sistema urbano y de esta manera coadyuvarán a reducir la primacía urbana de varios países de la región. Es muy probable también que las ciudades intermedias sigan expandiendo la cobertura de los sistemas de educación y salud, mejorando los indicadores de calidad de vida. Numerosas ciudades intermedias verán mejoras substanciales en sus sistemas de transporte y en el sector de las telecomunicaciones, como resultado de crecientes inversiones públicas y privadas y como parte de las políticas de descentralización y desarrollo regional. Otras ciudades, particularmente en América Central y algunos países del Caribe, reflejarán enormes disparidades en los niveles de desarrollo entre ciudades y regiones, con una estructura piramidal que seguirá manteniendo relaciones muy pobres entre las ciudades del mismo nivel jerárquico. Estos desequilibrios en la estructura espacial serán un impedimento a la expansión económica regional y al desarrollo social.

En el África Subsahariana el futuro de las ciudades intermedias es más sombrío: conflictos, desastres, movimientos forzados de la población provocados por sequías, hambrunas, pugnas étnicas y guerras de diferentes intensidades, aunado a un crecimiento económico bastante errático, harán difícil que estas ciudades jueguen un papel importante en la promoción de desarrollo socio-económico a causa de una pobre acumulación de tecnología y la ausencia de economías de escala e infraestructuras adecuadas.

Las condiciones tan pobres de muchas de las ciudades intermedias (equiparables a pequeños poblados en lo que a infraestructura y desarrollo se refiere) seguirán siendo la expresión de un centralismo exacerbado y una gobernabilidad deficiente que continuará produciendo marcadas asimetrías en el desarrollo regional, que no sólo distorsionarán la economía, sino que también impedirán una mejor integración política. Es muy probable que en los próximos 20 o 25 años las tendencias de primacía urbana se continúen, con la emergencia azarosa de un número limitado de ciudades medias más vibrantes y dinámicas.

En marcado contraste, las ciudades intermedias del Norte de África, junto con otras ciudades de rango similar en Sudáfrica y Namibia --países en una transición urbana relativamente avanzada y con niveles intermediarios de desarrollo seguirán jugando un papel importante en el proceso de desarrollo regional, proporcionando nuevas oportunidades económicas para personas en busca de una mayor movilidad social. Es un supuesto muy plausible que estas ciudades funcionarán en el futuro como centros de transformación social, absorbiendo emigrantes rurales que de otro modo podrían dirigirse a los centros urbanos más grandes, y ofreciendo mejores condiciones a los propios habitantes gracias a sus ventajas comparativas y economías de escala que permiten una concentración de niveles básicos e intermedios de salud y educación. Las ciudades intermedias de estos países podrán funcionar cada vez más eficientemente como centros sub-regionales administrativos y de servicios, apoyando procesos de descentralización que hagan más accesibles facilidades e instalaciones no sólo para sus propios residentes urbanos, sino también para los habitantes rurales del interior.

En Asia el futuro de las ciudades intermedias es muy contrastado. La región es tan basta y heterogénea que desafía cualquier generalización: en ella residen las mayores y más ricas economías y también una de las más pobres. Quizá la característica más importante del proceso de urbanización en Asia sea la emergencia de megaciudades y el crecimiento metropolitano. En 2000, la región contenía 227 ciudades de más de un millón de habitantes y 21 ciudades con poblaciones de más de cinco millones de personas. De cada 10 megaciudades localizadas en el sur global, más de 7 son asiáticas (UN-HABITAT, 2008b).

Ante este fenómeno de metropolitanización el futuro de las ciudades intermedias asiáticas se presenta con cierta claridad: ellas deberán contrarrestar el crecimiento de las grandes ciudades haciendo el mejor uso posible del gran potencial que tienen, sirviendo como motores del desarrollo regional económico y social. Las estrategias que se puedan utilizar para ese fin, así como para redistribuir las poblaciones en forma más armónica, variarán en función de las características políticas de los países y sus niveles de desarrollo.

En los países donde la primacía urbana es todavía la tendencia principal de desarrollo como es el caso de Filipinas, Tailandia, Indonesia, entre varias otras naciones, el papel de las ciudades intermedias apuntará a interceptar los flujos migratorios que van del campo y de las ciudades pequeñas a las grandes metrópolis. En las naciones más industrializadas como Corea del Sur y la India, es muy probable que las ciudades de rango mediano funcionen como instrumentos para reducir desequilibrios regionales y mejorar las desigualdades de ingreso. Análisis de tendencias muestran que estas ciudades podrán crear en el futuro centros de investigación y desarrollo para innovaciones agrícolas y tecnológicas adecuados a la región. En los países menos industrializados, como Vietnam, Bangladesh y Filipinas, el avenir de las ciudades intermedias se percibe más como un puente que sirva a promover el crecimiento de las industrias rurales basadas en la transformación de productos agrícolas para la exportación.

El porvenir de las ciudades intermedias en China merece un comentario aparte: de las 125 ciudades de este rango que surgieron entre 1990 y 2000 en todo el continente, 119 fueron de este país (UN-HABITAT, 2008b). Si tomamos en cuenta que la mayoría de las ciudades intermedias chinas tienen una buena base industrial y comercial y sistemas eficientes de transporte, es de esperarse que en el futuro estas ciudades jueguen un papel más prominente en la organización de actividades económicas, el desarrollo de la producción y la reducción de desequilibrios regionales y la promoción de la integración regional.

Los cambios y continuidades sobre el futuro de las ciudades medias ignoran la posibilidad de choques adversos mayores como desastres naturales, revoluciones políticas y conflictos militares que en el caso que acontecieran sacarían a algunos países de su camino de desarrollo. No es ciertamente improbable tampoco que efectos devastadores provocados por el cambio climático o una nueva pandemia pudieran influenciar estas proyecciones. Por ejemplo, en las ciudades del Sureste asiático altamente pobladas y densas puede iniciarse una pandemia global como SARS o HPAI (NIC, 2008), con efectos devastadores sobre todo en las ciudades medias con menos capacidades de detección y respuestas médicas adecuadas.

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