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Consultor, investigador en temas de Descentralización Fiscal y Desarrollo Económico Local. Investigador Asociado del Instituto de Desarrollo Económico y Empresarial INDEE.

lunes, 19 de julio de 2010

LOS CAMINOS DEL DESARROLLO REGIONAL

La concentración política y económica en la capital ha sido la peor herencia recibida del siglo pasado, entramos pues al nuevo siglo sin habernos extirpado ese tumor cancerigeno que es centralismo. La desconfianza frente a las capacidades de autogobierno de las regiones, la paranoia capitalina de la desintegración territorial y la tradición centralista de la capital han consolidado históricamente un modelo de concentración que ha ahogado todo esfuerzo autónomo de las provincias y de las regiones. Sin embargo, corremos el riesgo de quedar absorbidos por un perverso hurgar en el pasado, acaso porque en la inacabable búsqueda de explicación de nuestros atrasos, esperamos hallarnos eximidos de responsabilidad respecto a ellas?

Es hora pues de enfrentar y "tomar el toro por las astas" ello implica primeramente convencernos plenamente de que la descentralización es el camino mas corto para lograr el desarrollo y, aunque se habla de descentralización hace varias décadas, hoy día constituye el unico camino ante la inexistencia de ideas y propuestas alternativas.

Este concepto - descentralización para el desarrollo- ha adquirido una inusitada relevancia con el fenómeno de la globalización. Vemos paises que se desdibujan para reagruparse en estructuras políticas y economicas supranacionales, al mismo tiempo que sus regiones y ciudades se fortalecen para rescatar la identidad y para competir por capitales y tecnología. Todos anhelamos transitar por los caminos del desarrollo, donde la soberanía popular, la igualdad ante la ley y la confianza en el poder de autogobierno de las comunidades locales y regionales, sean principios rectores en nuestros países, anhelo que se hace mas ferviente en las circunstancias tan dramáticas por las que atraviesan las regiones.

En nuestros paises hasta ahora solo se han desarrollado tímidos procesos desconcentradores, pero no una auténtica descentralización que implique darle a las regiones un gobierno autónomo elegido por la misma región, con poder decisional y facultades amplias, con recursos presupuestarios manejados por las mismas regiones, que les permita impulsar el desarrollo regional basadas en sus propios intereses y decisiones. Los recursos provenientes de la tributación, tampoco son equitativamente redistribuidos entre las regiones; las capitales concentran no solo el poder, sino tambien las ganancias. El gobierno central en muchos años no ha mostrado la capacidad de formular politicas coherentes a partir de la descentralización para impulsar el desarrollo regional, ello demuestra que no se puede gerenciar las regiones desde un centenar de comodas oficinas capitalinas. La persistencia de un régimen perversamente centralista alimenta potenciales riesgos -discutibles por cierto- el primero tiene que ver con la estabilidad económica no solo de las regiones sino del país en su conjunto, dice Sergio Boissier "un país y una economía fuerte a largo plazo es un pais de "regiones fuertes". La macrocefália territorial exagerada es imcompatible con una economía que mantenga sus equilibrios macroeconómicos en el tiempo"; otro riesgo hace de las regiones focos potenciales de descontento, Alvin Toffler explica este en su conocido libro La Tercera Ola "Los gobiernos centrales continúan en general imponiendo políticas uniformes destinadas a una sociedad de masas, sobre públicos cada vez mas divergentes y segmentados. Se olvidan o ignoran las necesidades locales e individuales, haciendo que las llamas del resentimiento alcancen la temperatura del rojo blanco. A medida que progresa la desmasificación podremos esperar que las fuerzas separatistas centrífugas se intensifiquen dramáticamente y amenacen la unidad de muchas naciones-estados". Tales expresiones pareciera que se hubieran escrito pensando en la realidad actual de nuestras regiones.

Las estrategias de desarrollo regional del mañana no deben de venir de Lima ni de Santiago, si no deben hacerse en nuestras regiones. Los que vivimos en las regiones ya no debemos tolerar la llegada de expertos instantáneos de la capital, que apenas se bajan del avión, sin conocer nuestra realidad, vienen a ofrecernos sus recetas mágicas para la solución de nuestra problemática regional, ello ofende nuestras capacidades.

Es preciso intervenir, si no lo hacemos corremos el riesgo de convertirnos en cómplices del atraso de nuestras propias regiones. La responsabilidad del cambio nos incumbe a nosotros. Quedan dos caminos: sumarnos a la indolencia de simples espectadores o decir: me juego por mi región aunque perdamos para salvarlas. Debemos empezar por nosotros mismos, aprendiendo a abrir nuestras mentes a lo nuevo, a lo aparentemente radical, empecemos pues a actuar como auténticos descentralistas, demostremos si somos o no somos regionalistas. Formulemos un proyecto politico incitador de voluntades, que muestre un mañana imaginario capaz de disciplinar el hoy y, de orientarlo a la manera que el blanco atrae a la flecha y tiende el arco. Nuestra propuesta es unir esfuerzos en esta lucha sin considerar fronteras, pues el centralismo no es un problema exclusivo de un pais, tambien existe mas alla de la frontera y en una versión mas feróz aún. Parafraseando a Diego Benavente Millan: juntos somos siempre más aunque no estemos cerca.

lunes, 21 de junio de 2010

Hacia una ciudad más compacta y sostenible - urbanización sin pobreza (ventajas y oportunidades)

Eduardo López

Hoy día los pobres urbanos se urbanizan más rápido que el resto de la población. Escenarios focalizados en los pobres anticipan que muy probablemente la mitad de los cerca de mil millones de personas que viven con privaciones y diferentes tipos de carencias en el mundo seguirán siendo pobres toda su vida y acabarán por transferir su estatuto de pobreza a sus hijos (Outsights, 2004).

Sin embargo estas tendencias no tienen necesariamente que ser así. Hay signos de cambio en algunas ciudades y países que dan pie a un cierto optimismo. En los próximos cincuenta años, Brasil, Rusia, India y China ­--las economías de los países llamados BRIC que representan hoy el 42 por ciento de la población del mundo-- podrán constituirse en una de las fuerzas mayores de la economía mundial (Hawksworth & Cookson, 2008).

De acuerdo con las proyecciones económicas más actualizadas basadas en un escenario de crecimiento económico sostenido, China rebasará a los Estados Unidos de Norteamérica como la economía más grande del mundo en el año 2025 (Pricewaterhouse Coopers, 2006); India será para ese entonces el país más poblado del mundo y gracias a ese bono demográfico e importantes esfuerzos en la formación de capital humano, se estima que para el año 2015 tenga un ritmo de crecimiento más rápido que China y para el año 2050 se convierta en la tercera economía más grande del mundo; Brasil será el país latinoamericano que crezca más rápido con una tecnología de punta en ciertas áreas, recursos energéticos abundantes y un sistema estable de gobierno, lo que le permitirá superar a Italia, Francia, Inglaterra y Alemania entre los años 2025 y 2035, para desarrollar una economía similar a la de Japón en 2050 (Wilson & Purushothaman, 2003); Rusia continuará utilizando sus recursos energéticos como palanca para aumentar su influencia mundial, estimándose que para 2050 el país tenga el PIB per capita más elevado del grupo de los BRIC y una economía cuyo tamaño sea equiparable con la de los G6.

Si las cosas van bien en estos países, es decir, si los BRIC mantienen políticas y desarrollan instituciones que apoyen el crecimiento económico, crean condiciones para generar mejores niveles educativos, e instauran políticas favorables a los pobres, es muy probable que la pobreza pueda reducirse en forma significativa en los próximos veinte años.

Es verdad que hay diversos factores ya sea políticos, económicos, ambientales u otros que pueden configurar eventos diferentes y alterar las proyecciones. Por ejemplo, la amenaza del descenso significativo de la población en edad de trabajar y el rápido envejecimiento de la población en general (Rusia y China), conflictos energéticos (Rusia, India y China), problemas de desarrollo de infraestructura, crimen y corrupción (Rusia, Brasil), dificultades para mantener una cohesión política nacional (Rusia y China), problemas para reducir asimetrías regionales con posibles conflictos étnicos y sociales y la aparición de movimientos insurgentes regionales (India), etc. (NIC, 2008).

Sin subestimar la importancia de estas amenazas y desafíos, es posible creer que los líderes de estos países sabrán organizar las respuestas institucionales adecuadas, creando una mayor estabilidad, estableciendo instituciones más fuertes, mejorando los niveles de instrucción y desarrollando y manteniendo los marcos institucionales, políticos y económicos necesarios para crecer.

Otros países no BRIC podrán registrar cambios positivos en el futuro si inician hoy las reformas económicas, sociales y políticas necesarias para romper con tendencias pasadas y actuales que si siguieran como están no anunciarían buenas nuevas. Los países de América Latina y el Caribe deberán embarcarse en un programa de formación de capital humano, encontrando medios creativos y sostenibles para proporcionar acceso a la educación superior, mediante la canalización de inversiones y ahorro por parte de los sectores privado y social y una participación creciente del sector público. Deberán también introducir reformas tributarias, diseñar políticas anticíclicas y programas sociales innovadores (Burdman, 2004). Los países africanos deberán encontrar fórmulas para utilizar su crecimiento poblacional (que es el más rápido del mundo) para impulsar su crecimiento económico. Deberán también diversificar su economía y utilizar la tecnología de una manera más productiva y mejorar sus sistemas de gobernabilidad para gestionar mejor sus recursos naturales.

Estas ventajas y oportunidades para generar una mayor prosperidad económica generan optimismo, a condición de que se atiendan la pobreza y la desigualdad al mismo tiempo que los países crezcan económicamente. En su reciente estudio sobre el estado de las ciudades del mundo UN-HABITAT muestra que es posible reducir los niveles de desigualdad urbana mientras se disfruta de un crecimiento económico positivo. Países tan variados como Indonesia, Irán, Malasia o Ruanda nos enseñan que las desigualdades económicas no son necesariamente una consecuencia del desarrollo económico, y por el contrario la reducción de estas desigualdades resulta ser una buena estrategia de crecimiento económico.

Hay también, por otra parte, indicios promisorios de una nueva tendencia que apunta a revisar el concepto de desarrollo y a redefinir prioridades en la noción de crecimiento. Es ya una corriente clara de cambio como el concepto de bienestar es paulatinamente ampliado más allá de la noción reductora de prosperidad económica. Otros términos como felicidad, bienestar subjetivo o bienestar social tomarán más importancia no sólo en el discurso político, sino también en la manera de entender y medir el desarrollo de las sociedades. Iniciativas igualmente importantes que toman como centro al ser humano tendrán cada vez más cabida en las políticas de cooperación internacional como la noción de seguridad humana entendida como una forma de proteger a las personas de amenazas críticas y generalizadas a la vida humana, sus medios de subsistencia y dignidad (Japan, 2007).

Es muy probable en ese sentido que se establezcan vínculos más estrechos entre esas nociones y otras como desigualdad, vulnerabilidad e inseguridad, acompañadas por políticas públicas con nuevos criterios en términos de costo-beneficio e impacto de programas. Sin embargo, un futuro así de simple con tendencias tan claras y directas parece demasiado bueno para ser verdadero. La posibilidad de reducir la pobreza y construir ciudades más compactas y sostenibles, con una geografía humana hecha de esperanza, solidaridad y dignidad requerirá tal vez primero que las diferencias se hagan más evidentes, los riesgos mayores y los costos sociales y económicos más altos; es decir, que haya más conflictos, agitación social y sobre todo una mayor percepción tanto para ricos como pobres de lo difícil, costoso, incómodo y perturbador que es vivir con semejantes asimetrías sociales y económicas.

El imperativo de luchar contra la pobreza no resultará pues sólo de un planteamiento a la conciencia moral, sino también y sobre todo como parte de un hecho fundamental para sostener el proceso de globalización y como un requisito esencial para mantener la estabilidad social. Es decir, es muy probable que las mudanzas en los comportamientos sociales éticos obedezcan más a cambios paulatinos que a avances sociales revolucionarios. Sin embargo, aún a pesar de que estos cambios sean promovidos por otros intereses no estrictamente éticos, es probable que ellos influyan en el desarrollo de un nuevo ethos que tal vez tenga la fuerza de promover un nuevo pacto social donde las conductas individuales, sociales y corporativas se centren más en el ser humano. Algunas tendencias identificadas apuntan a una revisión del papel que juega la filantropía en el mundo, no sólo la parte más mediática de las celebridades, sino también las fundaciones y algunas corporaciones que responden ya a su compromisos de responsabilidad social corporativa.

Es también muy factible que actores no estatales tales como las redes ciudadanas y las asociaciones de diferentes colectivos sociales continuarán a actuar a nivel global, regional o nacional demandando cambios sociales a través de medios no violentos en cuestiones tales como la desigualdad, la pobreza, la justicia social o el cambio climático, entre otros. Estas movilizaciones sociales alentarán la camaradería y el espíritu asociativo en pos de la igualdad de oportunidades. Es también muy plausible que nazca un número mayor de coaliciones locales en diversas ciudades, operando en ámbitos particulares vinculados a sus propias agendas, donde la confianza, el sentido de comunidad, la identidad urbana y otras formas de capital social despierten un interés genuino por resolver problemas de la propia comunidad.

Probablemente en esa corriente de cambio los políticos, la comunidad internacional y otros actores podrían seguir un proceso de transformación similar: «la marea sube y levanta todos los barcos». No obstante, un cambio de esta naturaleza conlleva una nueva actitud política donde compañías, corporaciones, individuos, incluso ciudades completas, adopten y usen la declaración de derechos humanos, extendiéndola al uso y disfrute de recursos naturales, derechos a la salud, e incluso el derecho a acceder al capital (Outsights, 2004). De no ser así el crecimiento económico en el mundo de los BRIC y otros países podría convertirse en un juego de suma cero sin ventajas claras en términos de desarrollo social más integral.

Existen pues razones de optimismo para pensar que las murallas y las fortificaciones caerán, acabando con el anverso y el reverso de las ciudades que normalmente no se pueden ver ni tocar: la pobreza por un lado y la riqueza por el otro. Sin embargo, para que deje de existir la ciudad de arriba y de abajo como coloquialmente se caracteriza esta separación, será necesario formular políticas económicas teniendo a los pobres urbanos en mente, con esquemas de gobernabilidad más incluyentes e invirtiendo en bienes y servicios públicos para los pobres y los sectores vulnerables. Este es un escenario factible que requiere formas de gobierno más modernas y eficientes, con reglas claras de donde se deriven obligaciones, responsabilidades y respeto institucional para todos.

Se requerirá también que gobiernos locales trabajen mano a mano con las autoridades centrales. Sería deseable, aunque poco probable en los próximos años, que las ciudades institucionalicen asociaciones inter-ciudades y desarrollen programas conjuntos de competitividad cooperativa a fin de dar una mayor visibilidad a lo local, potenciando al mismo tiempo el desarrollo regional. Estas redes de ciudades deberán articularse con los gobiernos centrales y trabajar con ellos a fin de lograr una articulación diferente y poderosa de los diferentes niveles de gobierno.

Un escenario de probabilidad considerable es que se erija un nuevo contrato social que hable de una sociedad responsable, un nuevo ethos social con una sociedad renovada que establezca un pacto entre autoridades locales y habitantes definiendo derechos, obligaciones y responsabilidades mutuas, las cuales por un lado comprometen a las autoridades a asegurar un mejor eficiencia, equidad, transparencia en el ejercicio de sus funciones y, por el otro lado, obligan a los habitantes a mostrar una mayor responsabilidad en la participación de la vida civil.

jueves, 10 de junio de 2010

El futuro de las ciudades intermedias (ventajas y oportunidades)

Eduardo López Moreno

Una tendencia actual clara es que el crecimiento urbano se reduce en casi todos los rincones del mundo. Los signos de descenso empezaron a mediados de los 90, cuando la tasa media anual de cambio poblacional pasó de 3,17 por ciento a 2,93 por ciento a finales del año 2000 en promedio para las regiones menos desarrolladas. Se estima que para el horizonte 2030 el ritmo de crecimiento se habrá reducido considerablemente hasta llegar a 1,88 por ciento (UNPD, 2007). Por supuesto el ritmo y los niveles de descenso serán muy asimétricos en las diferentes regiones: 2,8 por ciento en África, 1,76 por ciento en Asia y 1 por ciento en América Latina en el año 2030.

Las ciudades medias no son ajenas a estas tendencias y con toda certeza sufrirán también descensos similares, como los análisis de trayectorias lo demuestran. De acuerdo con extrapolaciones simples, ciudades de este tamaño en los países en desarrollo pasarán de una tasa de crecimiento anual de 2,7 por ciento en el año 2000 a 1,5 por ciento en 2030.

África seguirá manteniendo el ritmo más rápido de crecimiento mundial de ciudades intermedias con una tasa cercana al 2,52 por ciento; para ese entonces el continente será más urbano que rural, habiendo alcanzado su transición urbana precisamente en el año 2030. Las ciudades de tamaño medio de Asia crecerán para ese entonces a sólo 1,5 por ciento y el continente será mayoritariamente urbano en 2025. América Latina y el Caribe es la región más urbanizada del sur global con un 80 por ciento de la población total viviendo en centros urbanos; se estima que las ciudades medias crecerán a un ritmo anual de 0,5 por ciento en el 2030, cuando la región sea un 85 por ciento urbana.

A pesar de que las ciudades medias seguirán creciendo más rápido que otro tipo de ciudades en el mundo en desarrollo es interesante constatar que la proporción de habitantes viviendo en ciudades de menos de un millón de habitantes se irá gradualmente reduciendo de 68 por ciento en 1975 a 62 por ciento en el año 2007 y cerca de 60 por ciento en 2025. Estos cambios se deben a dos fenómenos interconectados. El primero es que algunas ciudades en el sur global, particularmente las de talla media, han empezado a perder población y es muy probable que esta tendencia se haga cada vez más dominante en los próximos veinte años. El segundo es que varias ciudades intermedias crecen rápido y se convierten en mega y meta-ciudades en una tendencia pausada pero progresiva que llevará la proporción de habitantes en el mundo en desarrollo viviendo en las grandes ciudades pasar de 8,3 por ciento en el año 2007 a 9,6 por ciento en el año 2025 para las megápolis de más de diez millones de habitantes y 6,9 por ciento a 7,5 por ciento para las megaciudades de más de cinco millones de habitantes en los mismos años.

Los cambios del futuro en el tamaño y funcionalidad de las ciudades serán cada vez más dictados por el crecimiento urbano, pero también por la contracción de las ciudades. Estos procesos aparentemente diferentes son en realidad las dos caras de la misma moneda (Martínez Fernández & Wu, 2007). Las ciudades experimentan al mismo tiempo auge y disminución (y en ocasiones hasta decadencia) como parte de ciclos urbanos que es necesario entender para poder responder a ellos. El Informe Mundial de las Ciudades 2008 pone de relieve que mientras un poco más de la mitad de los centros urbanos del sur global crecieron a un ritmo rápido (UN-HABITAT, 2008a), aproximadamente el 10 por ciento experimentó la pérdida de población. Tal vez esta proporción para algunos sea más bien insignificante, pero creemos que ella es el preludio de una nueva tendencia urbana, la cual, si continúa, como es muy probable, marcará una discontinuidad mayor no sólo en el crecimiento demográfico y el desarrollo urbano, sino también en el ejercicio de la planeación que en el futuro deberá contemplar y responder al crecimiento acelerado de algunos centros, al mismo tiempo que deberá anticipar y prever el declive poblacional de otros.

Es muy probable que en el futuro ciertos cambios en el uso de recursos y tecnología puedan alterar la definición del tamaño óptimo y la funcionalidad más adecuada para las ciudades medias. En los próximos veinte años las ciudades intermedias más eficaces jugarán un papel crítico en la descentralización de los servicios públicos, en la provisión de una variedad de bienes de consumo familiar y en la creación de pequeñas y medianas empresas intensivas en mano de obra que generarán empleos y contribuirán de esa manera a reducir los problemas relacionados con la fuerte concentración de la población en las grandes aglomeraciones urbanas.

Sin embargo, el futuro de las ciudades intermedias tiene mucho que ver con el estadio de desarrollo de los países y regiones, la diversificación del sistema urbano, el nivel de descentralización y desconcentración de los estados, el crecimiento poblacional de los diferentes centros urbanos y el dinamismo económico de algunas regiones y ciudades.

En América Latina y el Caribe las ciudades intermedias concentrarán una proporción significativa y creciente de la población por lo que serán claves para el futuro urbano y el desarrollo de la región (Rodríguez, 2007). Un escenario de desarrollo muy plausible es que ciudades de este tamaño seguirán contribuyendo a diversificar el sistema urbano y de esta manera coadyuvarán a reducir la primacía urbana de varios países de la región. Es muy probable también que las ciudades intermedias sigan expandiendo la cobertura de los sistemas de educación y salud, mejorando los indicadores de calidad de vida. Numerosas ciudades intermedias verán mejoras substanciales en sus sistemas de transporte y en el sector de las telecomunicaciones, como resultado de crecientes inversiones públicas y privadas y como parte de las políticas de descentralización y desarrollo regional. Otras ciudades, particularmente en América Central y algunos países del Caribe, reflejarán enormes disparidades en los niveles de desarrollo entre ciudades y regiones, con una estructura piramidal que seguirá manteniendo relaciones muy pobres entre las ciudades del mismo nivel jerárquico. Estos desequilibrios en la estructura espacial serán un impedimento a la expansión económica regional y al desarrollo social.

En el África Subsahariana el futuro de las ciudades intermedias es más sombrío: conflictos, desastres, movimientos forzados de la población provocados por sequías, hambrunas, pugnas étnicas y guerras de diferentes intensidades, aunado a un crecimiento económico bastante errático, harán difícil que estas ciudades jueguen un papel importante en la promoción de desarrollo socio-económico a causa de una pobre acumulación de tecnología y la ausencia de economías de escala e infraestructuras adecuadas.

Las condiciones tan pobres de muchas de las ciudades intermedias (equiparables a pequeños poblados en lo que a infraestructura y desarrollo se refiere) seguirán siendo la expresión de un centralismo exacerbado y una gobernabilidad deficiente que continuará produciendo marcadas asimetrías en el desarrollo regional, que no sólo distorsionarán la economía, sino que también impedirán una mejor integración política. Es muy probable que en los próximos 20 o 25 años las tendencias de primacía urbana se continúen, con la emergencia azarosa de un número limitado de ciudades medias más vibrantes y dinámicas.

En marcado contraste, las ciudades intermedias del Norte de África, junto con otras ciudades de rango similar en Sudáfrica y Namibia --países en una transición urbana relativamente avanzada y con niveles intermediarios de desarrollo seguirán jugando un papel importante en el proceso de desarrollo regional, proporcionando nuevas oportunidades económicas para personas en busca de una mayor movilidad social. Es un supuesto muy plausible que estas ciudades funcionarán en el futuro como centros de transformación social, absorbiendo emigrantes rurales que de otro modo podrían dirigirse a los centros urbanos más grandes, y ofreciendo mejores condiciones a los propios habitantes gracias a sus ventajas comparativas y economías de escala que permiten una concentración de niveles básicos e intermedios de salud y educación. Las ciudades intermedias de estos países podrán funcionar cada vez más eficientemente como centros sub-regionales administrativos y de servicios, apoyando procesos de descentralización que hagan más accesibles facilidades e instalaciones no sólo para sus propios residentes urbanos, sino también para los habitantes rurales del interior.

En Asia el futuro de las ciudades intermedias es muy contrastado. La región es tan basta y heterogénea que desafía cualquier generalización: en ella residen las mayores y más ricas economías y también una de las más pobres. Quizá la característica más importante del proceso de urbanización en Asia sea la emergencia de megaciudades y el crecimiento metropolitano. En 2000, la región contenía 227 ciudades de más de un millón de habitantes y 21 ciudades con poblaciones de más de cinco millones de personas. De cada 10 megaciudades localizadas en el sur global, más de 7 son asiáticas (UN-HABITAT, 2008b).

Ante este fenómeno de metropolitanización el futuro de las ciudades intermedias asiáticas se presenta con cierta claridad: ellas deberán contrarrestar el crecimiento de las grandes ciudades haciendo el mejor uso posible del gran potencial que tienen, sirviendo como motores del desarrollo regional económico y social. Las estrategias que se puedan utilizar para ese fin, así como para redistribuir las poblaciones en forma más armónica, variarán en función de las características políticas de los países y sus niveles de desarrollo.

En los países donde la primacía urbana es todavía la tendencia principal de desarrollo como es el caso de Filipinas, Tailandia, Indonesia, entre varias otras naciones, el papel de las ciudades intermedias apuntará a interceptar los flujos migratorios que van del campo y de las ciudades pequeñas a las grandes metrópolis. En las naciones más industrializadas como Corea del Sur y la India, es muy probable que las ciudades de rango mediano funcionen como instrumentos para reducir desequilibrios regionales y mejorar las desigualdades de ingreso. Análisis de tendencias muestran que estas ciudades podrán crear en el futuro centros de investigación y desarrollo para innovaciones agrícolas y tecnológicas adecuados a la región. En los países menos industrializados, como Vietnam, Bangladesh y Filipinas, el avenir de las ciudades intermedias se percibe más como un puente que sirva a promover el crecimiento de las industrias rurales basadas en la transformación de productos agrícolas para la exportación.

El porvenir de las ciudades intermedias en China merece un comentario aparte: de las 125 ciudades de este rango que surgieron entre 1990 y 2000 en todo el continente, 119 fueron de este país (UN-HABITAT, 2008b). Si tomamos en cuenta que la mayoría de las ciudades intermedias chinas tienen una buena base industrial y comercial y sistemas eficientes de transporte, es de esperarse que en el futuro estas ciudades jueguen un papel más prominente en la organización de actividades económicas, el desarrollo de la producción y la reducción de desequilibrios regionales y la promoción de la integración regional.

Los cambios y continuidades sobre el futuro de las ciudades medias ignoran la posibilidad de choques adversos mayores como desastres naturales, revoluciones políticas y conflictos militares que en el caso que acontecieran sacarían a algunos países de su camino de desarrollo. No es ciertamente improbable tampoco que efectos devastadores provocados por el cambio climático o una nueva pandemia pudieran influenciar estas proyecciones. Por ejemplo, en las ciudades del Sureste asiático altamente pobladas y densas puede iniciarse una pandemia global como SARS o HPAI (NIC, 2008), con efectos devastadores sobre todo en las ciudades medias con menos capacidades de detección y respuestas médicas adecuadas.

lunes, 24 de mayo de 2010

Transferencias intergubernamentales en el Perú

Otro mecanismo para el financiamiento local son las transferencias intergubernamentales. A menudo los ingresos de los gobiernos locales son insuficientes, es la razón principal para la existencia de transferencias fiscales intergubernamentales, en este caso el gobierno central tiene mayor posibilidad de recaudación y por tanto obedece a una centralización de la recaudación y una descentralización de los gastos, lo cual implica, que la capacidad fiscal local (ingresos) no dependa exclusivamente de la base tributaria local.

Esto se traduce en que gobierno nacional transfiere recursos a los gobiernos regionales y locales, por dos razones eficiencia y equidad, la primera se aplica tanto por la mayor eficiencia relativa que tiene la administración central en el recaudo de los tributos, como por la mayor eficiencia por parte de los gobiernos locales en la provisión de bienes y servicios públicos locales.

Las transferencias del gobierno central pueden adoptar diversas formas:

1. Transferencias no condicionadas, estas transferencias pueden concederse a los gobiernos locales sin condición alguna respecto a su uso. Las transferencias de este tipo son particularmente apropiadas si se trata de ayudar a las autoridades que tienen escasos recursos.

Las transferencias del gobierno central son:

a. Fondo de Compensación Municipal (FONCOMUN)

El FONCOMUN fue creada con fines compensatorios básicamente, busca obtener una mejor homogeneidad en las bases económicas de las municipalidades y promover la inversión en las diferentes municipalidades del país, priorizando la asignación a las localidades rurales y urbano-marginales. Este fondo es originado por una serie de tributos creados y administrados por el Gobierno Nacional a favor de las municipalidades.

Esta transferencia se constituye con los siguientes recursos:

· El rendimiento del impuesto de promoción municipal.

· El rendimiento del impuesto al rodaje.

· El impuesto a las embarcaciones de recreo.

· El porcentaje del 25% correspondiente al impuesto a las apuestas.


De los recursos que perciban las municipalidades por el FONCOMUN, son utilizados íntegramente para los fines que determinen los gobiernos locales por acuerdo de su concejo municipal y de acuerdo con sus propias necesidades. Para ello, el concejo municipal debe fijar anualmente la utilización de dichos recursos en porcentajes para gasto corriente e inversiones, determinando los niveles de responsabilidad correspondiente.

b) Renta de Aduanas


Los recursos de la Renta de Aduanas, son rentas recaudadas que provienen del impuesto a las importaciones o aranceles, por cada una de las aduanas.


2. Transferencias condicionadas, estas transferencias en el Perú están delimitadas a gastos de inversión y programas sociales. Las condiciones restrictivas pueden adoptar otras formas: control sobre la forma de gastar la transferencia; restricciones en cuanto al tipo, nivel y calidad del servicio a suministrar; control del gasto municipal en el servicio.


a) El Programa Vaso Leche


Mediante esta transferencia las municipalidades actúan como agentes del gobierno nacional en la provisión de ayuda alimentaría, conjuntamente con el demográfico, aprovechando sus ventajas inherentes a la identificación de los beneficiarios. Esta transferencia se realiza mensualmente a las municipalidades para su uso en el Programa Vaso de Leche.

b) Canon y sobre Canon

Las transferencias por concepto de Canon constituyen retribuciones por la explotación de recursos naturales ubicados en las jurisdicciones de los gobiernos locales.

Estas transferencias están condicionadas a ser utilizadas exclusivamente para el financiamiento o co-financiamiento de proyectos u obras de infraestructura de impacto regional y local, respectivamente, a cuyo efecto establecen una cuenta destinada a esta finalidad. Los gobiernos regionales entregarán el 20% (veinte por ciento) del total percibido por canon a las universidades públicas de su circunscripción, destinado exclusivamente a la inversión en investigación científica y tecnológica que potencien el desarrollo regional.

Con relación a la distribución del canon, la ley establece lo siguiente :

a) La distribución del canon petrolero mantiene las condiciones actuales de distribución.

b) El canon es distribuido entre los gobiernos regionales y locales de acuerdo con los índices de distribución que fija el Ministerio de Economía y Finanzas, teniendo en cuenta criterios de población y pobreza vinculados a la carencia de necesidades básicas y déficit de infraestructura. Su distribución es la siguiente:

1. El 10% del total recaudado para la municipalidad o municipalidades distritales donde se encuentra localizado el recurso natural.

2. El 25% del total recaudado para los gobiernos locales de la provincia o provincias donde se encuentra localizado el recurso natural, excluyendo al distrito o distritos productores.

3. El 40% del total recaudado para los gobiernos locales del departamento o departamentos de las regiones, excluyendo a la provincia o provincias donde se encuentra el recurso natural.

4. El 25% del total recaudado para los gobiernos regionales donde se encuentra el recurso natural.